Tres fresas. (Alas de mariposa II)

Ya han pasado semanas desde que Ivonne había tenido su particular sesión fotográfica, las tardes han tenido creativas imágenes en el cielo, el sol asomaba temprano para después ocultarse y dar paso a la lluvia. 

Por causa del calor, decidió tomar una ducha para refrescarse, en la regadera tuvo algunos flashback que la llevaban a recordar ese día. Las gotas resbalaban sobre su piel dejando hilos de agua a su paso, se decidió a concentrarse en una gota sola y la comparó con las pinceladas que habían pintado su cuerpo.

Al terminar la ducha estaba recostada en su cama, siempre se toma mucho tiempo para volver a vestirse, y se preguntaba muchas cosas sobre ese día, en cierto punto se desconoció , pero esa sensación de travesura y locura reducía cualquier incomodidad y le hacían sonreír para sí misma.

A veces haces cosas sin pensar y no te arrepientes. 

Hacía scroll en su teléfono cuando recibió un mensaje.

 » tus fotografías están listas ¿Quieres venir por ellas, o te las envío?»

 Ya no se sorprendía por recibir un mensaje en el momento justo ángel que se le ocurría pensar en él, fue entonces que comenzó a vestirse. 

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Finalmente llegó al estudio y tocó la puerta. 

-Hola Ivonne. 

-Hola…

– Pasa por favor. ¿Tienes prisa?

-No… No tengo ¿Dices que tienes las fotos?

Ivonne entró al estudio haciendo una ojeada rápida por el lugar, y se recordó en su visita anterior. 

– Están aquí. 

El Artista le entregó en las manos una pequeña caja con varias fotografías impresas donde Ivonne se apreciaba a si misma posando tenía un brillo en los ojos y una sonrisa que la hacía lucir radiante.

Mirar las fotografías recalcaban sus recuerdos.

-¿Qué te parecen? 

– Están muy bien. Me veo y no me reconozco,  me veo…

-Muy bonita.

-Gracias.  Ivonne se sonrojó, no era alguien a quien estas reacciones sucedieron tan fácilmente. 

– Te tengo una más,  una que yo elegí y que es mi favorita. Esa, si me permites, la guardaré para mí. 

– Si, está bien.  No supo por qué ni siquiera titubeó. 

Ivonne apreció sus fotografías una vez más,  sentada en el sofá,  se dio cuenta de que estaba sola y trató de buscar a su anfitrión,  percibió un aroma intenso de café en el aire.

– Estoy preparando café.

Escuchó la voz del Artista quien respondía sin querer las duda sobre su presencia.

– ¿Tú quieres ? Un té… de limón. ¿Verdad?

Ivonne sonrió.  – Si por favor aunque hace algo de calor.

-Se te aliviará con la bebida caliente.

Ivonne siguió mirando alrededor y vio el área del estudio donde fué fotografiada, donde vivió lo que sigue llamando su «locura». Notó entonces que había por ahí un platón con muchas fresas, rojas,  brillantes y grandes, era como ver agrupadas muchas piedras preciosas, el color , los destellos y la manera tan cuidadosa en la que estaban dispuestas la hipnotizaron.

-Son lindas y rojas, como tus labios…

Ivonne salió de su trance, el Artista ya tenía en mano dos tazas una para ella con su infusión preferida,  y la otra para él .

Pasó un rato mientras bebieron y platicaron sobre cómo se hacían las sesiones fotográficas, o la historia detrás de cada cuadro, Ivonne tenía un sentimiento de plenitud y comodidad que era inusual.

Que el impulso te guíe. ..

– Y ahora tengo el encargo de fotografiar esas fresas, alguien quiere decorar su restaurante. 

– Se ven deliciosas. 

-Lo están.

Él me levantó para poder tomar tres fresas, regresó a su lugar frente a Ivonne y le dió a probar una.

Ella no se explicó por qué cerró los ojos cuando el Artista posó la fruta frente a ella, pero lo hizo, abrió la boca, y dió una mordida casi ansiosa, el sabor explotó en su boca.

-Si, es cierto, eatán deliciosas. 

– Hazlo de nuevo por favor,  cierra los ojos y come otra.

–  ¿Para qué? 

– Para mí.

Ivonne lo hizo, sólo cerró los ojos. El sabor se replicó en su boca, hizo lo que le pidieron, como si modelara de nuevo, solo que esta vez el jugo de fresa escurrió de sus labios.

Lo que siguió después no requiere explicación,  no para Ivonne, no es ese lugar, ella limpió sus labios con un dedo para llevar el jugo y untarlo en los labios del Artista. Ivonne se acercó a él para besarlo y dar un beso y un mordisco leve en su boca.

El Artista decidió actuar con impulso animal, recibió el beso de Ivonne y de  inmediato le tomó de la cintura para colocarla sobre sus piernas, ella alzaba el rostro tal cual una presa atrapada,  se permitió sentir la lengua, los labios y los dientes que no dejaron nada a su paso sin saborear.

El artista la desprendió de ropas excepto por su falda, había roto con fuerza las pantaletas de Ivonne, usando ambas manos para estrujar sus nalgas y su boca para besar sus senos, en ocasiones ella usaba sus manos para ofrecerlos y acercaros a él, ella se mordía los labios y mantenía sus ojos cerrados.

Ivonne decidió curiosear con sus manos y acariciaba con intensidad la espalda y los brazos del Artista, por momentos clavaba las uñas y dejaba a su paso rasguños en los brazos y espalda del Artista, abrió sus pantalones para acariciar su pene hasta que decidió sentirlo dentro, lo hizo despacio; él percibió ese,cambio de temperatura tan característico,  percibió su humedad y empujó con la cadera aferrado a sus nalgas.

Ivonne dió un suspiro al terminar de hundir al Artista dentro de ella, y se movía sobre él, en ocasiones en círculos,  o en vaivén, él gustaba de guiarla  con las manos, ella de nuevo obedecía el lenguaje corporal. 

Ella le mordía el cuello.

Él le mordía los hombros. 

Ella presionaba sus brazos con las manos.

Él a veces daba algunas nalgadas. 

Ella se movía más rápido para sentirlo con mayor intensidad.

Él empujaba con las caderas para favorecerla. 

Ella sentía la lllegada de su orgasmo.

Él sentía lo mismo para sí.

Se miraron a los ojos, y sus ojos tenían fuego.

Ella se mordía los labios y comenzó a gemir cada vez más fuerte.

Él jadeaba y gruñía. 

Los cuerpos de ambos se embestía n como en una batalla,  estaban calientes,  sudaban, Ivonne sentía su, orgasmo,  rápido, caliente y húmedo, él palpitaba dentro de ella, ella no pudo evitar hundir sus uñas en la espalda del Artista, y rasgar un poco su piel, él gritó al sentir el rasguño y al sentir, al mismo tiempo su orgasmo, el sexo de Ivonne  chorreó sobre él, y ella sintió una súbita pérdida de fuerza.

Pero no se soltó, no se movió,  él la abrazada de la espalda y la cadera,  ella se relajó un poco.

El Artista giro entonces sobre el,sofá para que ella quedara sentada y reposara un poco, sin dejar de abrazarla y besarla, ella tampoco quería que cesara. 

Él descendió beso a beso por el cuerpo de Ivonne hasta tener frente a ella su vagina,  enrojecida y muy mojada, la besó con delicadeza, ella yacía sentada con los muslos separados y acarició la cabeza del Artista,  a veces ella mordía un poco sus propios dedos, él jugueteaba con la lengua,  abría con ella su sexo y deslizaba la lengua en círculos, de arriba a abajo, presionado con los labios el clítoris endurecido que tenía frente a él, ella cerró los ojos de nuevo, de nuevo mordía sus labios, los apretaba y abría para respirar,  seguía moviendo sus caderas en círculos,  hacia adelante , hacia atrás. ..

De nuevo se acercaba otro orgasmo. 

De nuevo sudaba. 

De nuevo gemia.

Gritaba…

El Artista tomó una tercera fresa y la posó en los labios de Ivonne ella la atrapó con los labios y dientes.

El artista siguió moviendo con velocidad y delicadeza la lengua dentro del sexo de Ivonne, ella traía el cuerpo en llamas, él se permitía quemarse por ella, los rasguño s en su espalda ardía y daban hilos de sangre.

Ivonne percibía su  orgasmo otra vez.

 Y mordió la fresa al mismo tiempo. ..

La boca y el sexo de Ivonne estallaron en sensaciones hasta que su cuerpo simplemente se relajo una vez,consumada por su placer. 

Pocos minutos después ella se recostó en el sillón para descansar, el Artista le sonrió y la contemplo desnudo sobre el piso.

Él abandonó un momento la estancia para ir al cuarto de baño y revisar su espalda, trató de limpiarla un poco, salió de allí para ver a su visita, ella seguía recostada y ofrecía su espalda desde su perspectiva,  luego entonces, en silencio buscó su cámara y rápidamente le fotografió. 

Ella escuchó el clic , y eso la,hizo voltear.

-Perdona. Dijo él.

– Esa te la regalo.

Y ambos rieron con aire de complicidad.

-Creo que la conservar entonces para mis ojos nada más. ..

La nueva inusual tarde de Ivonne siguió hasta llegar el anochecer, ya en casa se relajaba en cama dando un último repaso a su día,  en ese lugar donde se ha permitido lo que quiera, el lugar donde lo que le sucede allí, allí se queda. 

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