Después de ver todos sus mensajes en mi bandeja de entrada me puse a pensar en ella.
Era una agradable cronología de su rutina para bañarse. Vi, fotografía tras fotografía cómo se desprendía de sus prendas, una de ellas era de sus redondeadas nalgas, posaba sus manos en las caderas pues levantaba un poco su camiseta de dormir, y posaba revelaban sus formas.
Siempre disfruto posaba fotografías, le pediría una diaria sin falta, pero no quiero parecerle enfermo u obsesivo con sus regalos.
«Vaya idea tonta, lo hace porque sabe que te gusta verla, y a ella sus ojos en tí…»
Eso también lo pensé, reflexiones al mirar al techo mientras reposas, seguro que tú las has tenido, los techos te miran todo el tiempo dentro de la casa, y pueden darte respuestas, después de todo, son grandes mirones de tus acciones.
Voyeur. ..
Sí, creo que eso soy, involuntariamente me volví así, me ha prendido el libido verle cada vez.
Después de tanto pensar, quise dejarle una nota.
» La próxima vez que te bañes quiero que pienses en mí, cuando te quites la ropa piensa que yo lo hago, cuando te frotes los brazos para aliviar el frío o sentir tu piel, piensa que son mis manos.
Abre la regadera y deja que corra el agua, piensa que lo hice por ti, y que después te conduzco dentro de esa cortina de agua tibia, cierra los ojos e imagina que besé tu cuello.
Y tu boca muchas veces.
Y que mis manos tocan tu espalda y nalgas mojadas, que estoy bebiendo el agua qie escurre de tus senos, y mi boca caliente succiona tus pezones, que acaricio tu cintura y regreso a besar tu boca, imagina que te doy vuelta para morder tus nalgas, que el chorro,de agua sean para ti mis manos, piensa que voy a comerte, que voy a comerme tu sexo, que estarás apoyada contra la pared y una de tus piernas estará sobre mis hombros, piensa que tendrás un orgasmo con mi lengua dentro de ti.
Piensa un poco en mí cuando te bañes otra vez…»
Dejé la nota ahí, sin esperar respuesta, queriendo imaginar su cara cuando la vea, llenándome de preguntas sobre su reacción o si tal vez me complace.
Después de varios días hablaba de nuevo con el techo para ver si tenía respuestas, pero no, no las tenía.
Hasta que llegó un mensaje a mi bandeja de entrada:
«Te bañaste conmigo…»